Hacer el “CAMINO DE SANTIAGO “ ha sido, desde mi adolescencia, no solamente una gran ilusión, sino un reto a conseguir a lo largo de la vida.
Pero han tenido que pasar más años de los que yo hubiese deseado, para que ese sueño viera la luz: peregrinar a pie por el “ Camino de Santiago “ . Y digo bien: ¡ “ El Camino de Santiago “ ! , como si sólo existiese uno...
Confieso mi ignorancia al creer que por “ Camino de Santiago “ se entiende una sola ruta, una sola vía, trazada desde no sé cuándo y por no sé quién, que empezaba por no sé dónde, pero que estaba claro que, en España, había que ir hasta Roncesvalles para encontrar la puerta que abre paso al Camino, a la senda que nos ha de llevar a la tumba del Apóstol Santiago.
Un camino que irá discurriendo por tierras de Navarra, Aragón, La Rioja, Castilla y León, Galicia, y que culminará en Compostela, dejando atrás más de setecientos km. de fatiga y sudor.
Un lugar en el que allá por el año 813, el obispo Teodomiro, de Iria Flavia, a pocos Kilómetros de Padrón, declaró haberse encontrado la tumba del Apóstol con la ayuda del eremita Pelagio que dijo haber visto una luz como la de una estrella posándose sobre un montículo.
Ese lugar “ Campus Stellae ” …Campo de las Estrellas, creció y amplió durante generaciones con la llegada de los peregrinos. A la postre, este camino vendría a llamarse, a finales del siglo XII, de muy distintas formas: Vía Láctea, Vía Jacobea, Camino Francés, Camino de Santiago…
Y dicho esto … , ¡ vaya si estaba en un error al considerar que no había más que un “ Camino “ ! . A lo largo de estos últimos años en los que estoy viviendo más de cerca todo lo que hace referencia a la Tradición Jacobea, y lo que supone vivir el “ Camino “ , he podido constatar como a lo largo y ancho de España se abre un abanico de rutas a Santiago de Compostela que la recorren de Sur a Norte y de Este a Oeste.
Y dicho esto … , ¡ vaya si estaba en un error al considerar que no había más que un “ Camino “ ! . A lo largo de estos últimos años en los que estoy viviendo más de cerca todo lo que hace referencia a la Tradición Jacobea, y lo que supone vivir el “ Camino “ , he podido constatar como a lo largo y ancho de España se abre un abanico de rutas a Santiago de Compostela que la recorren de Sur a Norte y de Este a Oeste.
Estas rutas no son otras que los distintos caminos hoy conocidos por todos : Camino Francés, Camino Vía de la Plata, Camino del Norte, Camino Primitivo, Camino Inglés, Camino Portugués…
Aunque en otro apartado, de esta “ mi historia ” hablaré de las andanzas , experiencias y sensaciones vividas , me gustaría reflejar en esta introducción, alguna anécdota ocurrida en mi primer contacto con el “Camino de Santiago“.
Fue en julio de 2007, haciendo el tramo gallego de “ El Camino Francés “ cuando entre Samos y Sarria, localidades lucenses, al salir de una corredoira y aún amaneciendo, apareció, como caído del cielo, un buen hombre, desaliñado él, con unas greñas pidiendo a gritos unas tijeras…, que interrumpió mi marcha.
Allí, en el borde del camino junto a un prado envuelto por la niebla de las primeras horas del día, vi como caían entre mis manos peine y tijeras en menos de un suspiro . El buen hombre me insistió, en una mezcla de gallego y castellano, que, como buen peregrino, no podía negarme a cortarle el pelo, sin duda el Apóstol lo tendría en cuenta, aseveraba él. ¡ Cómo iba nuestro gran hombre a abandonar a sus terneros, que dormían plácidamente en el establo para ir al pueblo más cercano ! …
No sé si fue el Apóstol, o quién fue, pero ahí me tienes haciendo de peluquero por primera vez en mi vida. De nada sirvieron mis súplicas, más por su bien que por el mío, de que nunca me había visto en cosa semejante, pero es evidente, que de nada me sirvió.
Y no terminó ahí la cosa … , pues nuestro amigo el vaquero quiso pagarme y aún se molestó porque yo no aceptaba lo que me daba.
Antes de despedirnos charlamos un rato sobre su trabajo, su vida diaria al margen de terneros y vacas, y, cosa curiosa, vi lo que es capaz de hacer la dureza del campo : aparentaba tener más de diez años de los que en realidad tenía. Su piel evidenciaba los signos prematuros de la edad, por el cansancio y la fatiga cutánea, en el contorno de sus ojos, las bolsas y ojeras, fiel reflejo, en definitiva, de lo que la agresión medioambiental logra hacer en el hombre.
Como el tiempo apremiaba y el sol no tardaría en aparecer sobre mi cabeza, continué el camino, pues todavía quedaban unos cuantos kilómetros para terminar la etapa del día. Y ahí queda la anécdota, de mis primeros contactos con el “ Camino de Santiago “.
